Enfermos, profesionales, asociaciones y familiares luchan contra el tabú de la enfermedad mental, muy arraigado en la sociedad
N. Carpena / Elche
El silencio de los corderos, Alguien voló sobre el nido del cuco, Psicosis, El resplandor. No es extraño que al oír el término “trastorno mental” alguien lo asocie con alguna de estas películas. El cine, la televisión, la literatura y los medios en general, tienen una gran influencia a la hora de crear estereotipos o trasmitir prejuicios. En el caso de las enfermedades mentales muchas películas u obras dan una imagen distorsiona o exagerada de las mismas. Esta imagen distorsionada es, en gran parte, la responsable de que existan mitos como que todos los enfermos mentales son peligrosos y violentos o que no tienen posibilidad de recuperación, cuando los estudios científicos demuestran lo contrario. Para acabar con el estigma es necesario informar a la población sobre la realidad de las enfermedades mentales.
Un individuo con una patología mental no es solamente un enfermo, es también una persona. Y como tal, sigue teniendo cosas que aportar. De hecho, muchas personas que han hecho grandes contribuciones a la humanidad padecían alguna alteración mental: Beethoven sufría trastorno bipolar; Howard Hughes, un trastorno obsesivo-compulsivo; Emily Dickinson, trastorno de ansiedad; el Premio Nobel de Economía, John F. Nash, esquizofrenia; Abraham Lincoln, padecía depresión crónica.
Para acabar con la ignorancia y difundir la verdad de las patologías mentales la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica de Elda ha celebrado su segundo aniversario con una jornada de puertas abiertas. Eulalia Carrata, jefa de esta sección, manisfestó que esto es necesario porque “la población ve la enfermedad mental como algo raro, extraño, que da miedo”. Uno de los aspectos que más preguntas genera en torno a los problemas mentales es el porqué se producen. La psiquiatra explicó que no se conocen las causas y que, por ello, hoy en día, no se pueden evitar, pero que intentan diagnosticarlas lo antes posible aunque “los pacientes suelen llegar muy tarde, a menudo cuando llevan años con la enfermedad”. Esto se debe a que los síntomas del principio son “poco específicos”. Carrata también aclaró que a pesar de que el factor hereditario predispone eso “no implica que vaya a aparecer la enfermedad”. Lo que puede desencadenar la patología mental es el surgimiento de estresores como la pérdida de los padres u otro ser querido, del empleo, etc.
La continuidad de cuidados
Sobre el funcionamiento de la Unidad de Hospitalización Psiquiátrica, Eulalia Carrata explicó que forma parte del engranaje de la atención al paciente y a la comunidad y que su fin es la recuperación del enfermo. La unidad trabaja con equipos multidisciplinares que, a su vez, trabajan con otros equipos. La continuidad de cuidados significa que hay que hacer un seguimiento del paciente a lo largo del tiempo y que hay que coordinarse con los demás equipos. La jefa de sección recordó que la hospitalización es “una de tantas medidas terapéuticas” y que se produce en un momento de crisis. Esta situación crítica no representa el proceso vital de un individuo: “El enfermo es una persona, tiene un proyecto de vida, tiene un trabajo, sale a divertirse…”, enfatizó la psiquiatra. Después de que el paciente abandone el hospital se produce un seguimiento. La recuperación del enfermo es un proceso único y personal, pero Carrata dejó claro que para conseguirlo es necesario que éste tenga objetivos y esperanzas.
La lucha por la integración
Antonio Ramón Ramos Bernal, un sajeño de 32 años, es el ejemplo de que salir adelante es posible. Antonio fue diagnosticado de esquizofrenia y una vez recuperado ha escrito tres libros sobre su experiencia: “Diario de una enfermedad mental”, “El camino hacia la recuperación en la enfermedad mental” y “Stop al estigma de la salud mental”. Su objetivo es dar a conocer las enfermedades mentales, luchar contra el estigma y defender la igualdad de oportunidades. En el acto de presentación de sus libros celebrado en el hospital de Elda, Antonio habló sobre el estigma y las dificultades de integración. El escritor tiene claro que en lo que se refiere a la salud mental hay “una falta de sinceridad” y que el estigma “es el principal problema”. Reconoce que en un principio le daba miedo publicar su libro porque sabía que desde ese momento “iba a llevar una etiqueta”, pero aun así tenía que hacerlo. En cuanto a la integración, Antonio subrayó la importancia de la reincorporación al mundo laboral para la rehabilitación del enfermo. Sin embargo, la incorporación al trabajo, al igual que formar una familia, presenta una gran dificultad. El problema no son solo los prejuicios sociales, sino también el autoestigma que hace que la persona se infravalore y autolimite. Antonio destacó también la importancia de contar con apoyo, tanto de familiares y amigos como de profesionales. El escritor cree que el próximo paso para conseguir la igualdad deben darlo los enfermos: “El turno es nuestro”.