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martes, 17 de abril de 2012

Crítica de El Retrato de Dorian Gray

La película El retrato de Dorian Gray de Oliver Parker es una adaptación decepcionante de la novela de Óscar Wilde. La historia es la misma: un joven inocente llamado Dorian cae bajo la influencia de Lord Henry Wotton que le enseña el estilo de vida hedonista y lo pervierte de tal forma que Dorian llega a convertirse en alguien mucho peor que él. El personaje sufre una terrible degradación moral pero ésta solo se ve reflejada en un retrato del joven, símbolo de su alma, mientras que su aspecto continúa siendo el mismo.

El film pretende llegar a un nuevo público, desconocedor de la obra, y para ello se aleja de la forma clásica para convertirse en una película efectista y ruidosa. Hay que decir que, a pesar de ello, El Retraro de Dorian Gray cuenta con algunos aciertos. Tanto el decorado como el vestuario son impecables y tiene una buena fotografía. Algunas escenas de la ciudad de Londres y de los muelles son muy bellas y están muy bien rodadas. Sin embargo, estos aspectos pasan desapercibidos entre los errores del film.      

Para empezar, la película abusa de los efectos sonoros para asustar al espectador, lo que resulta más molesto que otra cosa. La cinta no llega a asustar en ningún momento. Hay algunos sustos pero los efectos visuales no tienen una gran calidad. Sobre todo al final, en el momento que debería ser más terrorífico, el clímax, se hace evidente esta carencia.  Además, también hay un uso excesivo del flashback para mostrar la decadencia de Dorian.

La historia es buena pero se ve perjudicada por la poca profundidad de los personajes. La degradación moral de Dorian es demasiado repentina. En la película se muestra como un cambio brusco. En un momento Dorian es un joven inocente y manipulable y al siguiente un ser totalmente amoral. El cambio debería ocurrir de forma más pausada. También hay que decir que el actor, Ben Barnes (el príncipe Caspian de Las Crónicas de Narnia) no muestra la capacidad interpretativa necesaria para un personaje tan complejo y con tantos matices como es el joven Gray. No obstante, en la parte final de la película, cuando Gray que había perdido la pasión por la vida regresa a casa, su interpretación es mejor.

La película incide poco en las relaciones de Dorian con los demás personajes. Se podía haber sacado mucho más partido a la amistad de Dorian con Basil, el autor de su retrato, ya que este sentía algo más por él y trataba de “salvarlo”. También a su relación con su prometida, Sybill. Las muertes de ambos, Sybill y Basil, causadas por el protagonista (Sybill se suicida a causa del desprecio de Dorian y Basil es asesinado por él) tienen un gran efecto sobre él y son muestras de como, poco a poco, se está destruyendo así mismo y a todos los que le rodean.

La relación entre Dorian y Basil contrasta totalmente con la que mantienen Dorian y Lord Henry Wotton. Este último, interpretado por Colin Firth, es el causante de la corrupción del joven al enseñarle que lo único que importa en la vida es la belleza y el placer, aunque para conseguirlos se tenga que hacer uso de los demás. El oscarizado Firth hace una gran interpretación que destaca, sobre todo, al principio de la película y en la parte final cuando Lord Herny, preocupado por la relación de Gray con su hija, descubre el secreto del joven y lo lleva hasta su destrucción. La hija de Wotton, Emily, es interpretada por Rebecca Hall, y resulta un personaje totalmente plano. Su papel consiste únicamente en ser el instrumento que haga que Dorian se redima o quiera redimirse.

En definitiva, la película es entretenida y se deja ver, pero no es una reflexión sobre el hedonismo, el narcisismo y la moral como sí lo es la obra original.